jueves, 11 de febrero de 2016

SEIS HORAS DE ARTE Y DE GASTRONOMÍA CON FRANCESC ARTIGAU Y ALEJANDRO SALES.


 Alejandro Sales, hombre culto y muy viajado, de talante epicúreo y titular de la galería de arte barcelonesa que lleva su nombre, ha querido celebrar la amistad que le une al consagrado artista Francesc Artigau con una exposición que se inició en diciembre del 2015 y que sigue montada a mediados de febrero.

Con el fin de amenizar el periodo expositivo organizó ayer, miércoles día diez, una charla a caballo entre el arte, el trabajo de su amigo pintor y el placer de la buena mesa y de la mejor compañía.

El prodigio, al que fui invitado y del que fui privilegiado testigo, fue precedido de una excelente comida "en petit comité" -los señores Artigau y Sales y quien esto escribe- en “Alastruey”, un restaurante poco conocido, discreto, clásico y riguroso en la calidad y en las formas de hacer, situado de la parte vieja de la ciudad y que es también –y sobre todo- el lugar en el que el artista come cada día. Magnífica comida  y un espacio de tiempo entre la complicidad, las vivencias, el talante de cada uno y los placeres que dimanan del tiempo compartido entre gente de respeto.

El almuerzo duró lo que nos pidió el cuerpo y fue seguido del trayecto en autobús hasta la plaza Gala Placidia, muy cerca de la Galería Alejandro Sales. Artigau, que no es de los que pierden el tiempo, aprovechó el desplazamiento para dibujar en su bloc de apuntes los rasgos de una pasajera joven y visiblemente perjudicada por la ingestión de algún tóxico.

A las seis y media, hora prevista para el inicio del coloquio, unas cuarenta personas habían ocupado las sillas plegables previstas al efecto y Artigau y yo mismo abrimos la charla bajo la mirada atenta del patrón.

Comentarios acerca de lo engullido poco antes, recuerdos vinculados a algunas de las grandes casas de comida de la ciudad –Amaya, Can Soler y otras- anécdotas, sonrisas y buenas maneras hasta que poco a poco el entorno pictórico se impuso y los presentes, lógicamente más interesados en la labor creativa del artista que en nuestras disquisiciones gastronómicas, se dejó seducir por el relato de Francesc Artigau, por su proceso de creación y por la “petite histoire” de cada una de las obras expuestas.

Un cúmulo de explicaciones fascinantes, de claves que nos permitieron conocer facetas recónditas del hilo creativo, de los tiempos, de los periodos de maduración y en resumen del ritmo que este artista que ha superado los setenta juveniles años de vida imprime a su trabajo de cada día.

Pinceladas en las que se dan cita recuerdos de los primeros años de la posguerra, la infancia, el almacén familiar de “atrezzo” para teatro y cine,  y otros hitos personales que influyen en su carrera en forma de matices y de tendencias a penas evidenciadas y que se entremezclan entre sí.

Seis horas de privilegio y de aprendizaje, se lo aseguro.


Pierre Roca





Fotografías Galería Alejandro Sales.