domingo, 19 de junio de 2011

Melocotones, vino tinto y cebolla roja.

Los melocotones no están aún en su mejor momento. A pesar de ello compré hace una semana un par de kilos de la variedad llamada “de agua”, con la piel de un bonito color rojo oscuro y que deberían fundirse en la boca de quien los come. Para mi desencanto estaban duros como piedras, no mejoraron ni aún permaneciendo unos días fuera de la nevera y tuve que pensar en una solución que me permitiese aprovecharlos.

Hojeando recetarios di con una preparación cuyo origen, afirman, es una de las alternativas que practican las familias que viven de sus plantaciones de frutales, en la época de la cosecha y con el fin de preservar la mayor cantidad posible de fruta para el consumo propio.

Me hice así con dos litros de vino tinto D.O. Montsant, una de las zonas que ha optado por comercializar excelentes vinos envasados en la modalidad “bag-in-box” –unos tetrabricks de tres o más litros de producto que incluyen un grifo, evitando así que el oxígeno penetre en el contenedor y que su contenido se altere-.

Siguiendo la antigua receta herví el vino junto a una rama de canela, un clavo de olor y un cuarto de kilo de azúcar moreno. Después de unos minutos de ebullición vertí el líquido en un bol, añadiendo a continuación los melocotones pelados y troceados. Cuando se enfrió la mezcla trasladé el bol al frigorífico y probé el resultado al día siguiente.

Los melocotones habían mejorado pero no habían cambiado de textura y de sabor tanto cómo esperaba. Los he ido consumiendo mezclados con yogur y sin demasiado entusiasmo.

Me había quedado una cantidad considerable de vino tinto endulzado y aromatizado. No era cuestión de tirarlo y se me ocurrió usarlo para confitar cebollas rojas, que se convertirían de ese modo en el mejor acompañamiento posible para un buen asado de cerdo.

Dos kilos de cebollas rojas peladas y cortadas en juliana, cazuela, aceite, pizca de sal, fuego lento y paciencia. Las cebollas se fueron coloreando, haciéndose a fuego mínimo. Cuando el sonido de la leve fritura me lo indicó fui añadiendo vino aromatizado poco a poco. Lo echaba en la cazuela con un cucharón, lo dejaba evaporar y repetía la operación.

Cuando la cebolla ofrecía un precioso aspecto de mermelada apagué el fuego, dejé enfriar, probé y llené dos pequeños contenedores herméticos que están ahora en el congelador.

La próxima semana compraré un lomo de cerdo entero, lo asaré, convocaré invitados, lo serviré con el acompañamiento de cebolla confitada al aroma de melocotón y nos lo zamparemos junto a una generosa ensalada y a un buen gazpacho casero.

Beberemos un tinto del Montsant, por supuesto. Joven, fragante y con un punto de nevera.

Si gustan...


Pierre Roca